LaVena era soldado del ejército de los Estados Unidos y estaba destinada en Balad, Irak. Tenía 19 años cuando el ejército reportó su muerte como un suicidio. Cuando el padre de LaVena finalmente tuvo en sus manos el informe de la autopsia descubrió que no se hizo ninguna prueba de violación ni se tomaron raspaduras de uñas. Tenía la nariz rota, un ojo morado y los dientes sueltos, y le habían vertido un líquido corrosivo en los genitales, para destruir cualquier prueba de ADN. La herida de bala era incompatible con el suicidio.
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