Una obra de teatro en cinco actos, en el pentámetro yámbico shakespeareano, que Rafael Rodríguez traduce en lucidos endecasílabos para poner en valor la obsesiva voluntad de estilo de un Nabokov que, entonces, no llegaba a los 24 años.
Cuando uno lee en la misma frase «Praga» y «1923» no puede evitar pensar en un Kafka ya fatalmente debilitado. ¿Se cruzarían alguna vez, sin conocerse, a orillas del Moldava, el cada vez menos vivo Franz y el joven entusiasta Vladimir?
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Una obra de teatro en cinco actos, en el pentámetro yámbico shakespeareano, que Rafael Rodríguez traduce en lucidos endecasílabos para poner en valor la obsesiva voluntad de estilo de un Nabokov que, entonces, no llegaba a los 24 años.
Cuando uno lee en la misma frase «Praga» y «1923» no puede evitar pensar en un Kafka ya fatalmente debilitado. ¿Se cruzarían alguna vez, sin conocerse, a orillas del Moldava, el cada vez menos vivo Franz y el joven entusiasta Vladimir?