Hace 6 años | Por Thornton a harteconhache.com
Publicado hace 6 años por Thornton a harteconhache.com

Alberto Durero estaba hasta los cataplines de falsificadores. Sus magníficos grabados no solo le daban de comer a él, sino también a muchos listillos que se lucraban vendiendo copias ilegales de los mismos. (O mejor dicho alegales, ya que en esa época los derechos de autor eran algo tan irreal como viajar a la luna.) Los grabados de Durero eran prohibitivos para los bolsillos medios. Sin embargo, las copias piratas eran asequibles y se vendían bien.

Comentarios

themarquesito

A partir de esta prerrogativa se empezarán a desarrollar los privilegios de impresión, concedidos a autores o editores. En función del libro, los privilegios podían ser de 3, 4, 5, o 10 años.
Cervantes, cuando escribe el Quijote, solicita privilegio por 20 años, pero el Consejo sólo le da privilegio por 10.
También había impresores poco escrupulosos que añadían privilegios falsos a los libros que imprimían para intentar alejar a la competencia, pero no siempre con éxito.
En la foto, solicitud de privilegio de Miguel de Cervantes. El texto está escrito por Juan de la Cuesta y firmado por Cervantes.

themarquesito

En esta otra foto, los trámites del Consejo Real y la aprobación y privilegio, con la firma de Antonio de Herrera y Tordesillas.