Hace 2 años | Por imparsifal a revistamercurio.es
Publicado hace 2 años por imparsifal a revistamercurio.es

«(…) tan pronto vi aquella pierna / y los ojos hermosos, gallardos, hizo mi pene tienda en los zaragüelles (pantalones) / formando en la ropa como un pabellón. Y viendo a la criatura ya acostada / quiso la polla entrar en el nido ¿cómo podría no ir a aquel felpudo? / Empecé el trabajo, he aquí que sale, hételo que entra, / empujo yo dulce, dulce como la miel y el alma me sale caliente entre sus piernas».

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