Hace 1 año | Por remontanim a sport.jotdown.es
Publicado hace 1 año por remontanim a sport.jotdown.es

«Me siento genial», esas fueron las últimas palabras. Cómo no, estaba con una pelota entre las manos. Una malformación cardiaca fue a fallarle cuando ya se había retirado. Hijo de un inmigrante serbio, había encontrado en el baloncesto una forma de escapar del que había sido su único destino posible: el acero. Para alguien nacido y crecido en la pequeña Aliquippa, Pennsylvania, el destino era la fundición. No tuvo suerte como jugador, aunque fue el mejor, y acabó refugiado en el alcohol, la ufología y el cristianismo, por ese orden»