Hace 3 años | Por Janssen a detectivesdeguerra.com
Publicado hace 3 años por Janssen a detectivesdeguerra.com

Es conocido que entre cierta aristocracia alemana se consideraba poco menos que un castigo muy obsceno el tener que rendir cuentas ante un cabo austriaco, muy comprensible en una clase social que tenía por costumbre, al cumplir sus pequeños principitos la tierna edad de doce años, año arriba, año abajo, cascarles un monóculo y mandarlos a batirse en duelo por algún asunto importante.