Si nadie posee la verdad absoluta, parece irrelevante abominar de cualquier idea, por disparatada que sea. Pero existen límites. Uno de ellos es la vida de una persona (o colectivo de personas): no es lícito exponer su vida a las diarreas mentales de un gurú antivacunas, por ejemplo. Y otro límite es la salud (tómese definición OMS): tampoco es lícito someter a un pueblo privándole del acceso al conocimiento y vendiéndole monsergas (sean políticas, comerciales o religiosas). El problema es que el conocimiento no llega a todas partes

Comentarios

rogerius

No pontifiquemos, pues —dejémosle tal función a Calatrava.

N

Pues claro que no. Por eso nunca se ha dicho semejante cosa.