Alejandro dirigía sus ejércitos desde la primera línea. Al igual que su padre Filipo II de Macedonia, no dudaba en lanzarse al ataque y se jugaba la vida con demasiada frecuencia. A lo largo de sus campañas sufrió ocho heridas de importancia que podemos agrupar de diferentes maneras. Por ejemplo por el grado de importancia, podríamos afirmar que fueron cuatro leves, tres graves y una casi mortal.
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