En 1865, Fermina Orduña registró a su nombre los derechos sobre un peculiar carruaje para vender leche de burra, vaca y cabra. Una especie de servicio de reparto a domicilio que obtuvo lo que entonces se llamaba privilegio industrial, es decir, la primera patente concedida a una mujer española. Detrás fueron otras pioneras con tesón y creatividad de sobra para inventar chimeneas portátiles, dactílagos o lavadoras primitivas en un mundo dominado por los hombres.
Comentarios
#3 ¿Eing?
Un comentario como ese, sin problemas. Y a las tuyas también
¿Un trapo con un palo?
#1 Eso ya lo hicieron los Simpson.
#1 Espero que este tipo de comentarios se los hagas también a tu madre, a tu abuela y a tu novia. Estarán muy orgullosas de ti.