Todo contribuía a hacer de Ricardo III un personaje vilipendiado: la forma en que subió al trono al fallecer su hermano Eduardo IV (desbancando a su sobrino Eduardo V después de que una serie de dudosos testimonios condujeran a la declaración como ilegítimos de los hijos de su hermano), las ejecuciones sumarias de aquellos que pudieran oponerse a su toma de poder (el fiel servidor de su hermano, William Hastings, y los miembros de la familia política de Eduardo IV, Anthony Woodville y Richard Grey) y, muy especialmente, la acusación [...]
Comentarios
La entradilla deja mucho que desear, es un texto inconcluso y sin sentido.
#2 Quizás pero el artículo aun así vale la pena en mi opinión.
Lo he encontrado muy interesante. Incluso sorprendente. Yo lo pasaría a otros como un ejemplo de otro tiempo donde la casta o redes clientelares se unen para despreciar un monarca anterior que quiso quitarles parte de su poder de abusar, incluso a si mismo.
Solo por eso ya me parece brillante para esa época aunque es algo difícil de juzgar sin anacronismos.
Una lección a aprender: los cambios no pueden ser demasiado bruscos por muy buenos que sean. ¿No?
Por lo que veo subió al trono como debían hacerlo los reyes de verdad en aquella época: por sus santos cojones.