El cerebelo es la parte del encéfalo encargado de la coordinación de los movimientos. Es por ello que cuando se le daña, el sujeto no pierde la capacidad de moverse, sino que sus movimientos se descontrolan, se hacen torpes y desequilibrados, teniendo problemas para realizar cualquier acción motora. Para realizar esta tarea directora el cerebelo distingue muy bien entre movimientos previsibles e imprevisibles. Cuando alargamos un brazo para coger una taza de café, sentimos, por ejemplo, el tacto de nuestra camisa rozando nuestra piel...
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Le falta al artículo una esplicación de cómo funciona el cerebelo, lo que ayudaría mucho a comprender el cómo y el por qué.
El cerebelo tiene forma de cinta. Es una cinta muy larga que está liada en forma de ovillo, pero cinta al fin y al cabo.
Las señales nerviosas se transmiten a lo largo de la cinta a una velocidad concreta. A lo largo de esa cinta existen células que reaccionan al paso de la señal nerviosa y están situadas en lugares concretos que determinan tiempos concretos entre la inserción de la señal y su posterior detección. Lo que el cerebelo proporciona al cerebro son tiempos.
El cerebelo se usa para la coordinación muscular, pues determina el tiempo que transcurre entre la activación de todos y cada uno de los músculos para realizar un movimiento que hayamos aprendido. Por ejemplo lo de andar.
También es imprescidible para la comprensión auditiva, pues esto se realiza teniendo en cuenta el tiempo que dura un sonido o el tiempo que transcurre entre sonidos consecutivos. Este es el motivo por el que entender un idioma nuevo cuesta un tiempo mínimo de entrenamiento: Es necesario crear las células necesarias para los nuevos fonemas en las nuevas ubicaciones.
Como poco, interesante.