Marx dijo que "el dinero degrada todos los dioses del hombre y los convierte en mercancías". Y no es tanto que esté equivocado, sino que creo que no profundiza lo suficiente en nuestra naturaleza. En realidad no es el dinero el que lo hace, sino nosotros. Los dioses siempre fueron mercancías, por eso los hicimos dioses. Dicho esto, bienvenido al Lago de Atitlán, uno de los baños más hermosos de la tierra; donde Dios está muerto, y el dinero lo mató. Un lago precioso; pero no te bañes en él. Está lleno de mierda humana.
Cada vez que oigo hablar de un retrete bonito me acuerdo de este chiste:
Un señor sufre un apretón en plena calle, entra al bar más cercano, pregunta por el servicio y el camarero le indica:
- Por ese pasillo, gira a la izquierda, luego a la derecha tras 3 puertas, pasas un pasillo y finalmente es la cuarta puerta a la derecha.
El buen hombre, con el apretón llega en las últimas al baño, pero cuando abre la puerta se le quedan los ojos como platos:
- ¡Un retrete de oro! Joder, qué nivel tiene este bar".
Hace lo suyo y sale muy ufano. Esa noche, tomando unas copas, se lo comenta a un amigo que, intrigado, al día siguiente decide probarlo. Llega el amigo al bar, se pide un café y le pregunta al camarero:
- Oiga, ¿el baño de la taza de oro?". El camarero le agarra del pescuezo y volviendo la cabeza grita: "¡¡¡MANOLO, YA APARECIÓ EL HIJOPUTA QUE CAGÓ EN EL TROMBÓN!!!"
Comentarios
Gran aporte.
Dice que todos los paises tienen su Atitlán. Supongo que el nuestro es el mar menor.
Cada vez que oigo hablar de un retrete bonito me acuerdo de este chiste:
Un señor sufre un apretón en plena calle, entra al bar más cercano, pregunta por el servicio y el camarero le indica:
- Por ese pasillo, gira a la izquierda, luego a la derecha tras 3 puertas, pasas un pasillo y finalmente es la cuarta puerta a la derecha.
El buen hombre, con el apretón llega en las últimas al baño, pero cuando abre la puerta se le quedan los ojos como platos:
- ¡Un retrete de oro! Joder, qué nivel tiene este bar".
Hace lo suyo y sale muy ufano. Esa noche, tomando unas copas, se lo comenta a un amigo que, intrigado, al día siguiente decide probarlo. Llega el amigo al bar, se pide un café y le pregunta al camarero:
- Oiga, ¿el baño de la taza de oro?". El camarero le agarra del pescuezo y volviendo la cabeza grita: "¡¡¡MANOLO, YA APARECIÓ EL HIJOPUTA QUE CAGÓ EN EL TROMBÓN!!!"