Cuando hablamos de sacrificios humanos, seguro que les viene a la mente la imagen de un sacerdote maya o azteca sosteniendo en sus manos el corazón aún palpitante de un pobre muchacho.
Por desagradable que pueda parecer, los sacrificios humanos fueron una fuerza motriz que predispuso a las sociedades para aceptar la existencia de clases, para admitir una fuerte estratificación social. La práctica de este ritual ayudó a los seres humanos en la transición de los pequeños grupos igualitarios de nuestros antepasados, a las grandes sociedades estratificadas en las que vivimos hoy en día. ¡Por desagradable que pueda parecer! A las élites extractivas nos parece de maravilla. Seguimos haciéndolo por el bien de la sociedad de la que ocupamos la cúspide. Ahora lo llamamos austeridad.
En la empresa que trabajo, todos los años despiden a un par de personas, como forma de control laboral, para que los demás agachen la cabeza y aprieten el ojete.
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Por desagradable que pueda parecer, los sacrificios humanos fueron una fuerza motriz que predispuso a las sociedades para aceptar la existencia de clases, para admitir una fuerte estratificación social. La práctica de este ritual ayudó a los seres humanos en la transición de los pequeños grupos igualitarios de nuestros antepasados, a las grandes sociedades estratificadas en las que vivimos hoy en día.
¡Por desagradable que pueda parecer! A las élites extractivas nos parece de maravilla. Seguimos haciéndolo por el bien de la sociedad de la que ocupamos la cúspide. Ahora lo llamamos austeridad.
En la empresa que trabajo, todos los años despiden a un par de personas, como forma de control laboral, para que los demás agachen la cabeza y aprieten el ojete.