El cura de Telde sacó la pistola del cinto para dar el tiro de gracia a los cinco hombres, el más joven, casi un niño, se retorcía de dolor en el suelo volcánico. D. Juan se subió la sotana para agacharse y hacerle la seña de la cruz en la frente. Por esta santa unión y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, dijo mientras con la otra mano cargaba el arma para dispararle en la nuca.

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inventandonos

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La extrema placidez aplaudida por los vendepatrias y los astroturfers de turno, todos esos equidistantes de centro radical. roll