La mayoría de los universitarios viven su sexualidad con normalidad y presentan altos niveles de satisfacción, esperable en una población joven y, aparentemente, saludable. Pero las sombras existen, son importantes y pueden condicionar su vida. Esas sombras se llaman conductas sexuales de riesgo, infecciones de transmisión sexual, agresiones sexuales, problemas, disfunciones… Todo ello, regado con altas dosis de desconocimiento, de baja preocupación, de sentimientos de invulnerabilidad y, en definitiva, de baja percepción del riesgo.
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