Hace 5 años | Por MKitus a alpoma.net
Publicado hace 5 años por MKitus a alpoma.net

Nunca olvidaré el caso que refirió el profesor Ferdinand Sauerbruch de haber amputado un brazo a un militar en la primera guerra europea, sin anestesia y sin dolor, quien llegó al quirófano en un estado de gran excitación y euforia por haber ganado la batalla en que intervino. Una liberación masiva y constante de endorfinas encefálicas explican hoy el fenómeno.

Comentarios

salsamalaga

En la guera de Gila, todo es posible.

Me refiero a Gila el nuestro, no a Gilary Clinton.