Hace ya más de seis años que falleció Ángel González, el poeta asturiano posiblemente más valorado de la literatura española. Quizá en esa región no se haya dado otro que mejor y más hondamente haya trabajado el verso. Fue además un hombre bueno, en el mejor sentido de la palabra machadiana, tan admirada por González que le dedicó un perspicaz y sabio estudio, para mí uno de los más lúcidos escritos sobre una obra poética.
Miren,yo recibo con mucha prevención la implicación de familiares de artistas fallecidos en sus fundaciones. Los casos de Rafael Alberti (cuya obra está totalmente diluída y las actividades en su memoria bloqueadas por la misma fundación que se supone debería ser garante de que perdure) o de Camilo José Cela (no hace falta repasar la gestión de su viuda, que ha culminado con su despido del patronato) forman antecedentes claros de que el hecho de haber compartido la vida con alguien con talento no significa que se sepa manejar su legado. Y es cierto que de Ángel González, uno de los mejores poetas que hemos tenido en este último siglo, no se ha vuelto a saber nada. Que la administración cumpla compromisos y que se profesionalice la gestión. Que no es tan dificil, oigan.
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Miren,yo recibo con mucha prevención la implicación de familiares de artistas fallecidos en sus fundaciones. Los casos de Rafael Alberti (cuya obra está totalmente diluída y las actividades en su memoria bloqueadas por la misma fundación que se supone debería ser garante de que perdure) o de Camilo José Cela (no hace falta repasar la gestión de su viuda, que ha culminado con su despido del patronato) forman antecedentes claros de que el hecho de haber compartido la vida con alguien con talento no significa que se sepa manejar su legado. Y es cierto que de Ángel González, uno de los mejores poetas que hemos tenido en este último siglo, no se ha vuelto a saber nada. Que la administración cumpla compromisos y que se profesionalice la gestión. Que no es tan dificil, oigan.