Hace 3 años | Por Jai077 a estebanmiracaballos.com
Publicado hace 3 años por Jai077 a estebanmiracaballos.com

La parálisis de Moctezuma no fue la única causa del rápido hundimiento de la confederación. El poder absoluto y sagrado que concentraba probablemente favoreció su aislamiento, pues dificultó la comunicación con sus subordinados. Y aunque es cierto que el tlatoani nunca se rindió y siempre pensó en la forma de recuperar el control, la rígida estratificación social limitó sobremanera la posible resistencia. Los hombres del común, la gran mayoría (campesinos, artesanos, siervos y esclavos) vieron con indiferencia el cambio de amos.

Comentarios

D

Al hilo de la última frase, recuerdo que Chomsky, hablando sobre el control de los medios de comunicación, destacaba que solo tienen una influencia real en la parte de la población que se cree ilustrada, y que su influencia real sobre el común era prácticamente nula.
No se si esto conlleva algún tipo de reflexión...

Elbaronrojo

Como ya hemos afirmado, en el bando ganador hubo españoles, pero también tlaxcaltecas, totonacas, cempoaleses, michoacanos, huejotzingos y, en última instancia, mexicas. Una idea que, pese a lo que algunos historiadores contemporáneos afirman, no es nueva pues ya el padre Acosta o Garcilaso de la Vega en el mismo siglo XVI sostuvieron que sin la ayuda de los naturales nunca se hubiese podido ganar la guerra
Se inició así un largo proceso de aculturación que transformaron sus identidades colectivas, especialmente las de sus clases dirigentes. Llama la atención que esta élite indígena asumiese el rol de los hispanos; así, en el testamento del llerenense Francisco de Terrazas, protocolizado en México en 1564, se citan deudas de caciques por la adquisición lo mismo de un caballo y sus arreos que de enseres de plata para su mesa. De la misma manera, no dudaron en reclamar de las autoridades sus prebendas y privilegios como nobles y como aliados necesarios en la culminación de la conquista. Obviamente, sin esta colaboración activa de decenas de pueblos deseosos de librarse de la tiranía de los mexicas, Hernán Cortés hubiese encontrado muchas más dificultades —no sabemos si insalvables— para consumar su conquista.
Ya pueden ir tirando estatuas.