Hace 3 años | Por LibrosHoy a lavanguardia.com
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El gran biógrafo y novelista llevó de forma intermitente un diario entre 1912 y 1940. En sus anotaciones encontramos desde el panorama de una sociedad sacudida por la guerra a impresiones de viajes y de vida cotidiana - “Leer un diario es como entrar en una habitación casi a oscuras”, suele decir Philippe Lejeune, el gran especialista francés. “Al principio estás perdido, solo progresivamente te vas orientando”. Eso sucede con estos diarios que el escritor austríaco Stefan Zweig (1881-1942) llevó de forma intermitente entre 1912 y 1940...

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LibrosHoy

... y que ahora publica Quaderns crema en catalán y Acantilado en castellano. Las primeras páginas son como una agenda: breves anotaciones, curiosas pero sin mucho interés. “Miércoles, 11 de septiembre”, por ejemplo. “He perdido la mañana con la llegada de mis padres y asuntos similares. Por la tarde he hojeado perezosamente Shakespeare, más que leerlo, y solo al caer la noche he intentado escribir un poema, logrado a medias...”. Aparecen muchos nombres que no nos dicen nada, aunque son deliciosos los someros retratos con que Zweig los acompaña: este “es vanidoso y poco inteligente, de ahí que sea una persona influyente en Austria”, el otro “es peligroso, porque solo es tratable si antes le has certificado tu admiración, preferiblemente en letra impresa”...

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