Es cierto que las aldeas y ciudades amish tienen un aspecto llamativamente anacrónico, pero hemos de reconocer que la idea de presentar a los amish como anticuados luditas no deja de ser un mito urbano. Un mito urbano que, como todos, se basa una verdad a medias. Frente a nuestra predisposición de aceptar las novedades tecnológicas con entusiasmo, el viejo orden amish suele decir 'no'. Y aún y con todo, hay pocas cosas más tecnológicas que una comunidad de alemanes de Pensilvania.
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