No me parece mal del todo, metidos ya en el barro de las ambiciones patológicas, que algunas autoras invoquen el feminismo y recurran a esa victimización que a día de hoy se ha confirmado como una forma efectiva de ascenso profesional (véase Leticia Dolera) ampliando de paso el catálogo de estrategias exentas de escrúpulos disponibles para alcanzar la gloria. Estoy, por tanto, a favor de la igualdad de golpes bajos y juego sucio entre hombres y mujeres, sí. Pero no nos vendáis que lo hacéis por todos nosotros y por todas nosotras.
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