No se puede decir que fuera una serie de tramas complejas; Colegio mayor giraba en torno a la actividad del Baroja, cuyo eslogan entre los veteranos ya lo decía todo: «El Baroja siempre moja», y es que, no nos engañemos, dicha actividad consistía de manera casi exclusiva en intentar tirarte a alguien, un poco a la desesperada, como todo buen universitario. Había, además, un punto sexualmente revolucionario: la lujuria no quedaba solo en manos de chicos llenos de acné y dedos rápidos sino que incluía también a las chicas.