El arquitecto mallorquín Luis Moranta descubrió en el centro de Palma una forma que le sugería la existencia de un teatro romano. Los muros de las distintas casa finalizaban o desviaban su orientación a la misma distancia del centro y presentaban unos ángulos de separación entre ellos prácticamente idénticos en todos los casos, entre 20 y 22,5º, conformando así una especie de cuñas incrustadas en un esquema de diseño regular y geométrico. En la vecina Pollença se conserva un teatro que coincide con las dimensiones del supuesto teatro de Palma.
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