Publicado hace 6 años por Sueñolúcido a investigacionyciencia.es

En estos tiempos de creciente tribalismo, se ha planteado una pregunta fundamental acerca del efecto psicológico del discutir para ganar: ¿qué le ocurre a la mente —y qué pasa por ella— cuando dialogamos con el único fin de vencer a nuestro oponente? Hemos explorado la cuestión con métodos experimentales y hemos hallado que la distinción entre las diversas formas de debatir tiene una repercusión asombrosa. No solo condiciona nuestra concepción del debate y de nuestros oponentes, sino que influye en la concepción de la materia de que se trata.

Comentarios

D

¿Y para qué discutir pudiendo resolver las cosas a hostias?

D

El ser humano tiende a insistir en tener razón (incluso cuando en algún rincón de su mente intuye que no la tiene), tal vez para así reprimir una especie de complejo de inseguridad. Pero "ganar" una discusión no nos hace ser más seguros ni más felices en realidad, sino que seguimos inseguros y de ahí la compulsión a querer "ganar" nuevas discusiones, una y otra vez. Esto hace que la sinceridad esté muy alejada de este tipo de conversaciones (incluidos los debates políticos), pues cada uno busca simplemente salirse con la suya o mantener una determinada imagen ante los demás. Si quisiéramos simplemente estar tranquilos tan felizmente, no buscaríamos a toda costa quitar la razón a los demás, sino que simplemente intercambiaríamos tranquilamente nuestras informaciones, reconociendo cuándo no tenemos razón, reconociendo también cuándo sí parecemos tenerla, pero en ambos casos sin ira ni cabezonería. Si la otra persona no opina como nosotros, no pasa nada. No será la primera vez que dos personas opinan diferente sobre algo. No hace falta enfadarse, ni luchar para que se nos reconozca como que tenemos razón. Además, no pocas veces resultamos no tenerla. Esto nos ha pasado a todos.

Una verdadera conversación se basa más en escuchar que en vomitar nuestras ideas preconcebidas. Como dice el saber popular, por algo será que tenemos dos orejas y una sola boca.