Una mañana de primavera del año 464 a. C., una liebre se adentra en Esparta, trota hasta el centro de la ciudad y se detiene exactamente en el umbral de la puerta del gimnasio. Si era un dios benevolente o una liebre de verdad, en eso no vamos a entrar. A esa hora, el gimnasio está lleno de muchachos. Los niños y adolescentes espartanos viven acuartelados y dedican sus días a fortalecer el cuerpo y aprender el arte de la guerra. Es la agogé, la famosa educación espartana. Unos cuantos, cinco o seis, divisan al animal en la puerta (...)
Comentarios
Una historia muy interesante, gracias #0
Muy interesante y bien escrito.
La verdad es da gusto leer un texto el cual no puedes dejar, te cautiva, y tienes que terminarlo.
No como cierto medios en los que no puedes pasar del primer párrafo.
Muy ameno
Muy buen artículo. Para los seguidores de Rousseau , con los jacobinos y Robespierre en primer lugar se detecta en su admiración por Esparta toda una concepción política.