Se podría pensar que Paco Roca (Valencia, 56 años) ve la vida a través de un espejo retrovisor, como si llevara adosado uno de esos cachivaches con lentes del profesor Franz de Copenhague o sufriera una tortícolis persistente. Error. El superventas español de la historieta y Premio Nacional del Cómic ha convertido el pasado en su tema fetiche, pero sin nostalgia o afán revisionista.
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Que ahora éstos y aquéllos no vean el pasado igual es una consecuencia lógica.
Hace poco un español me dijo que "de ninguna manera" la corona catalana-aragonesa habia llegado a controlar el mediterraneo ni mucho menos gobernado parte de grecia durante 70 años... y lo decía convencido porque "si no habriamos oido hablar de ello".
Eso de corona catalana-aragonesa nunca existió. Fue la Corona de Aragón, de la que los condados catalanes eran parte (y por casamiento, los reyes eran herederos del conde de Barcelona a partir de Ramón Berenguer IV).
Más que nada, porque si no, habría que llamarla corona catalana-aragonesa-valenciana-murciana-griega-italiana-napolitana-corcegueña-cerdeñesa... Y no sé cuantas cosas más.
No quiero menospreciar la importancia de Cataluña, que fue tremendamente importante, y Barcelona se convirtió en la capital económica (la oficial, pasó hasta por Nápoles). Por no decir, que el catalán se sigue hablando y el Aragonés prácticamente desapareció.
Pero eso no le cambia el nombre. Los registros históricos ahí están.
Pero el nombre es el nombre.
Es como si al estado, se le llamase "reino Navarro-español" (o leones, o aragonés, o cualquiera de los reinos que eran antaño).
Ni figura así en los registros, ni lo conoce nadie internacionalmente así, ni los historiadores del mundo lo llaman así.
En la historia, el orgullo solo sirve para crear fascismos.