Empieza un nuevo año y, con él, continúan las aventuras por este mundo que, por más de que se recorra incansablemente, no parece acabarse nunca (afortunadamente). Y lo digo porque mi año empezó en Namibia, un país en el que ya había estado dos veces y que a pesar de haberme cautivado desde mi primera visita por allá en 2011, todavía no termina de sorprenderme, enamorarme y, sobre todo, descrestarme con su belleza.
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