Hace 8 años | Por malditascully a granpausa.com
Publicado hace 8 años por malditascully a granpausa.com

"En lugar de sonar uniformes y regulares, mis escalas comenzaron a tener “agujeros”. Mis dedos se levantaban en lugar de ponerse sobre la cuerda. En abril de 1990 grabé las Rosary Sonatas de Biber, la música más virtuosa que te puedas imaginar, y en mayo no era capaz de tocar porque mis dedos estaban congelados en el diapasón. Me tomé un año sabático y en diciembre me fui a un médico en Berlín, que me dijo que no había cura."

Comentarios

Mister_Lala

A mí me ha pasado lo mismo. Programaba verdaderas obras de arte, funciones óptimas y bellas. Pero a partir de cierto punto, mis líneas de código parecían defecadas por Jabba The Hutt. El médico me dijo que no había cura si no dejaba la cerveza. Vamos, que no había cura.