"Uno de los autobuses que llevan de Brasov a Bran, el pueblo del supuesto castillo de Drácula en la región rumana de Transilvania, da buena cuenta de en qué clase de juego están participando los turistas. Todo el techo del bus está lleno de banderines de diversas ciudades y equipos de fútbol. Y todo es todo, el conductor ha colocado los adornos con horror vacui. Hay hasta bufandas conmemorando partidos del Mundial de Brasil. Una orgía de souvenirs en homenaje al turismo sin sentido".
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