El contexto de este descubrimiento, sin embargo, es lo que imprime a este hallazgo su verdadero valor científico: las figuras fueron encontradas en su emplazamiento original, en estratos acumulados de limo, en estrecha proximidad a un sarcófago de granito anepigráfico –carente de inscripciones– cuya identidad había permanecido como un enigma desde su localización en el pasado.