Algunos programas abusan de cambios de ritmo y efectos visuales que disparan la dopamina en cerebros aún inmaduros, lo que explica que los niños pidan más capítulos sin mostrar señales de cansancio. Sin embargo, este hábito abre una cuestión más amplia sobre qué dibujos animados convienen realmente a los niños en su desarrollo cotidiano, y ahí entra en juego la serie australiana Bluey.
|
etiquetas: dibujos animados , niños