Un recorrido desde los años oscuros de la posguerra y la dictadura, que ocultaron la música que había conquistado la radio y los cabarés de Europa y Norteamérica, hasta los últimos festivales. Las cuadrillas de esclavos negros recogen el algodón en una plantación del Sur, allá por Virginia, Alabama o Misisipi, y a la par entonan una triste canción para animarse y hacer más llevadera la faena. El sábado a la caída de la tarde, tras la dura jornada, se canta y se baila. Y si hay con qué, se echa un trago.
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