El Ilegalismo no goza en nuestros días, ni aún en los medios Anarquistas más aparentemente “radicales”, de mucha popularidad ni predicamento. Esto supone una inevitable paradoja. Los “simpatizantes”, “militantes”, “activistas” o “afines” a cualquier corriente libertaria hablan en un lenguaje que podemos llamar “Anarquista”; el desprecio hacia determinadas “vacas sagradas”, y en especial a la Ley, es notable. Sin embargo, y he aquí lo paradójico, las actividades “ilegales” son pasto del estigma, el desprestigio, la condena general...