
La personas superiores hablan de ideas.
Las personas medianas hablan de hechos.
Las personas inferiores hablan de otras personas.
Ernst Jünger. La emboscadura.
Ahora los periodistas de todo el mundo
Os lamen el culo. Yo no, queridos
Tenéis caras de hijos de papá
Os odio como odio a vuestros padres (… )
Cuando ayer en Valle Giulia os pegasteis
Con los policías
¡Yo simpatizaba con los policías!
Porque los policías son hijos de pobres
PIER PAOLO PASOLINI
Vivimos bajo el poder censor de “las minorías”.
Lo que también responde a la lógica neoliberal. Cuando éstas desvían el epicentro de la contestación social a la lucha contra el racismo, el heteropatriarcado y la moral sexual tradicional –es decir, contra la “punición de los cuerpos”– los nuevos movimientos sociales contribuyen a desactivar la lucha contra las desigualdades sociales.
De esta forma el Estado-providencia mutó en Estado-neoliberal, la lucha contra la exclusión pasó a sustituir a la lucha contra la explotación, y la protección de las “minorías” pasó a sustituir a la protección de los trabajadores.
Maxime Ouellet
Es bien sabido que, desde un punto de vista filosófico, la posmodernidad irrumpió como la muerte de los llamados “grandes relatos”: las construcciones ideológicas que suministraban explicaciones omnicomprensivas de la realidad: las religiones, el patriotismo, el marxismo, el progresismo, etc. Todas estas construcciones ideológicas eran, huelga decirlo, mortalmente serias . A partir de los años setenta del pasado siglo la posmodernidad introdujo un elemento de juego, de aleatoriedad y de cinismo en un mundo en el que la Verdad había implotado, y en el que los metarrelatos daban paso a una miríada de microrrelatos, todos ellos tan válidos como irrelevantes. Conviene tener presente que la posmodernidad filosófica se define, ante todo y por encima de todo, por los juegos de lenguaje . Desde sus presupuestos casi todo se reconduce a una cuestión de semiótica , al libre juego entre el significante y el significado , a la desacralización del lenguaje, que se ve expuesto como envoltura retórica con infinitos niveles de lectura. Nada hay, por tanto, que pueda salvarse de la quema: todo es susceptible de ser deconstruido en inacabables juegos lingüísticos con un horizonte de autonomía absoluta desde el momento en que ninguno de ellos remite a una realidad trascendente .
Toda esta cocción deconstruccionista –cuyas cabezas pensantes serían conocidas en América como la “french theory”– pasaría a proporcionar, en los años setenta, cierta credencial teórica al vendaval de gamberradas y de provocaciones que pasó a alojarse bajo el nombre de contracultura . Tomando el relevo de los situacionistas de los años 1950 y 60 (que estaban todavía lastrados de utopismo marxista) los “jóvenes airados” de la posmodernidad se alzaban sobre la quiebra del sistema valorativo burgués, al tiempo que cabalgaban las angustias e incertidumbres de la nueva sociedad posindustrial. En cierto modo estos jóvenes representaban la inversión nihilista y sarcástica del activismo progresista de 1968. Con la llegada de la posmodernidad, los dogmatismos ideológicos cedían el paso a una época en la que los punk se adornaban con esvásticas (corte de mangas al establishment de la Segunda Guerra Mundial), en la que las bandas de rock tenían nombres fascistas o anarquistas –Joy Division , New Order , Durruti Column –, en la que el “sex pistol” Sid Vicious disparaba sobre el público en un concierto y en la que el rockero Alice Cooper anunciaba que iba a colgar a un enano en el escenario. Provocaciones que hoy serían imposibles, pero que entonces a nadie se le ocurría tomar demasiado en serio. Al fin y al cabo, todo era una gigantesca broma –los punk eran compulsivos bromistas (pranksters )–, una distorsión irónica entre significantes y significados. Siguiendo la semiótica posmoderna todo parecía indicar que, al negarse la univocidad y la objetividad del lenguaje, al reivindicarse su inagotable polisemia, se llegaría a un estadio de libertad absoluta en que sería posible decirlo todo, cualquier cosa, anything goes . Y sin embargo …
Sin embargo, sucedió justamente lo contrario. Al cabo de dos décadas un nuevo puritanismo –la corrección política– desencadenó una purga inquisitorial sobre el vocabulario; listas enteras de palabras quedaron proscritas, malditas, para ser sustituidas por una una orwelliana “Nuevalengua” destinada a blindar los dogmas del sistema. La risa pasó a contemplarse con desconfianza, en cuanto casi siempre es irrespetuosa, suele ser cruel y es además susceptible de ofender a alguna minoría. Por eso la risa pasó a enlatarse en las fórmulas previsibles y pasteurizadas de los guiñoles televisivos y del “entretenimiento informativo” (infotainment ). Las sofisticaciones posmodernas cedieron al paso a un furor moralista y justiciero que todo lo invadía y que no toleraba ambigüedades. La empresa positiva de unificación benéfica de la humanidad no tolera bromas fuera del guión: autocensura y vigilancia, todos somos pecadores.
¿Eso era, a fin de cuentas, la posmodernidad? Si en sus inicios ésta se presentaba como un horizonte de posibilidades infinitas, desde el punto de vista de las libertades concretas –libertad de pensar, libertad de disentir, libertad de crear, libertad de provocar– el experimento desembocó en todo lo contrario: en el Imperio del Bien (Philippe Muray) con sus devotos, sus capillas y sus “ligas de la Virtud”. Un monumental fiasco. Cabe por tanto preguntarse si la posmodernidad –que al fin y al cabo anunciaba el fin de los “grandes relatos”– no fue adulterada o traicionada, hasta ser reconducida hacia un nuevo/viejo “gran relato” progresista, biempensante y mundialista, nada cínico y mortalmente serio.
Adriano Erriguel
Y los tontos hablan de reparaciones, inquisiciones, retribución, de alineamientos y coaliciones, de comercio libre, estabilización económica y rehabilitación. Nadie cree, en el fondo de su corazón, que la situación mundial tenga arreglo. Todo el mundo espera el gran acontecimiento, lo único que nos preocupa día y noche: la próxima guerra. Todo lo hemos trastocado y nadie sabe dónde ni cómo hallar la llave del control. Los frenos están todavía allí, pero ¿funcionan? Sabemos que no. El demonio está en libertad. La edad de la electricidad ha quedado tan atrás en el tiempo como la edad de piedra . Esta es la edad del poder, puro y simple. Se trata ahora del cielo o el infierno; ya no hay alternativa; y según todos los indicios, elegiremos el infierno.
Dijiste: «Iré a otra tierra, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de haber mejor que ésta.
Cada esfuerzo mío es una condena dictada;
y mi corazón está —como un muerto— enterrado.
¿Hasta cuando estará mi alma en este marasmo?
Adonde vuelva mis ojos, adonde quiera que mire
veo aquí las negras ruinas de mi vida,
donde pase tantos años que arruine y perdí.»
No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas
calles. Y en los mismos barrios te harás viejo;
y entre las mismas paredes irás encaneciendo.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra —no lo esperes—
no tienes barco, no hay camino.
Como arruinaste aquí tu vida,
en este pequeño rincón, así
en toda la tierra la echaste a perder.
La ciudad. Konstantin Kavafis. 1901
Los niños no son el futuro porque algún día vayan a ser mayores, sino porque la humanidad se va a aproximar cada vez más al niño, porque la infancia es la imagen del futuro.
Los niños son el futuro porque el mundo, la sociedad y sus mecanismos, se infantilizan por momentos.
El libro de la risa y el olvido. Milan Kundera.
Lo malo realmente empieza cuando tienes que contratar a alguien para que se mire al espejo en tu lugar.
Una parte del todo. Steve Toltz.
"Absoluto, adj. Independiente, irresponsable. Una monarquía absoluta es aquella en que el soberano hace lo que le place, siempre que él plazca a los asesinos. No quedan muchas: la mayoría han sido reemplazadas por monarquías limitadas, donde el poder del soberano para hacer el mal (y el bien) está muy restringido; o por repúblicas, donde gobierna el azar". Ambrose Bierce, Diccionario del Diablo (1911)
Las leyes con como las telarañas: sólo atrapan a los débiles.
Ilusiones perdidas. Balzac
—Cuando dicen que la palabra es un puente entre culturas y religiones, desconfío que alguien esta metiendo prisa. La palabra es lo que atraviesa ese puente. Primero fue el arquitecto, que es la buena voluntad, luego el presupuesto, que es la tolerancia, y después la empresa constructora, que es la necesidad de entenderse. Y si todas se juntan, se construye el puente, para que pasen los camellos de los contratos, las bicicletas de la poesía y los triciclos de los chistes.
—¿Y los censores? —pregunté irónico.
—Esos son baches y socavones. Estorban, pero nunca consiguieron cortar el tráfico.
Hombres, cadáveres y fantasmas. Javier Pérez
"Los imperativos de la Ilustración se dirigen contra la ceguera del tener por cierto sin hacerse cuestión; contra las acciones que no pueden efectuar lo que intentan –como las acciones mágicas– porque descansan en supuestos que pueden demostrarse son falsos; contra la prohibición del preguntar e indagar sin restricciones; contra los prejuicios tradicionales. La Ilustración pide un ilimitado esforzarse por alcanzar la evidencia y una conciencia crítica de la índole y los límites de toda evidencia"
Karl Jaspers - «La filosofía desde el punto de vista de la existencia»
Maldita sea, el entorno de Méndez, o sea la Calle Nueva de la Rambla, había sido inventado por segunda vez. El primer invento lo hizo, según se dice, un capitoste llamado Conde del Asalto, amante del orden, la paz pública y se supone que de las mujeres llenitas, porque las delgadas pertenecían entonces a las clases revolucionarias. El invento consistió en una calle recta y lo bastante ancha para que por ella pudiese cargar un escuadrón de caballería y, sable en mano, darles lo suyo a los obreros en huelga, los anarquistas que no creían en Dios (y además lo decían), las mujeres de los revolucionarios (que no tenían ni seguro de viudedad, las muy burras) y las putas que no podían trabajar porque aquella semana tenían la regla. El invento urbanístico del señor Conde del Asalto, que permitía correr a sablazos a los obreros desde la Rambla al Paralelo, fue muy elogiado por fabricantes, banqueros y obispos de toda clase que iban en peregrinación a Roma.
Pero las ciudades y las calles necesitan ser inventadas, pensaba Méndez, y no las inventan los urbanistas ni los coroneles de caballería: las inventan los seres más o menos desamparados que viven en ellas. Y así la calle Conde del Asalto —ahora calle Nueva de la Rambla— la inventaron con su hambre los jornaleros de las fábricas del Raval, con sus trampas los dueños de las timbas, con su coño las putas de las cercanías y con su esperanza los poetas y las niñas de las academias de baile.
Bueno, eso era la calle Nueva de la Rambla, pensaba Méndez mientras iba sigilosamente hacia su lugar de trabajo.
Pero ahora, maldita sea, había sido inventada otra vez, lo cual —la verdad sea dicha— no disgustaba del todo a Méndez. Ahora había más luz, más casas nuevas, más duchas y más encuentros de cama entre tía y tío (o entre tía y tía o entre tío y tío) realizados en condiciones sanitarias. Pero la historia estaba siendo expulsada de la calle. Ya no había, como antes, ratas centenarias ni madames centenarias aferradas al retrato de su abuela, que fue la primera que hizo la calle y contribuyó, por tanto, al sosiego de la ciudad. Ya no había bares donde se consumieran peces del neolítico ni hoteles para parejas donde el marido y la esposa hacían lo posible para no coincidir a la misma hora.
Acoso sexual (Méndez) - Francisco González Ledesma
El nazismo es el horror sagrado de los griegos puesto al alcance de la pequeña burguesía.
La caza salvaje. Jon Juaristi
"Oh! ya sé que en la actualidad puedes beber lo mismo, y si eres un bebedor apasionado puedes levantarte a la mañana siguiente con una resaca de tamaño natural, pero al menos bebes whisky, y el whisky auténtico no te mata, a menos que seas un cerdo..."
Groucho Marx.
"Ya que él sabía lo que esa multitud alegre ignoraba, y que podemos leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece nunca, que puede permanecer durante decenas de años dormido en los muebles y la ropa, que espera pacientemente en las habitaciones, los sótanos, los baúles, los pañuelos y los legajos, y que, quizás, vendría el día en que, para desgracia y la enseñanza de los hombres, la peste despertaría a sus ratas y las enviaría a morir en una ciudad feliz".
A. Camus (La Peste) -Pozí!-
Líder es el hombre capaz de convertir la masa en Pueblo.
El mito del siglo XX. Alfred Rosenberg.
—¿Por dentro? ¿Por dentro de quién? ¿De ti?, ¿de mí? Nosotros no tenemos dentro. Cuando no dirían que aquí no pasa nada es cuando pudiesen verse por dentro de sí mismos, de ellos, de los que leen. El alma de un personaje de drama, de novela o de nivola no tiene más interior que el que le da...
—Sí, su autor.
—No, el lector.
Niebla, Miguel de Unamuno.
Antipatía
s. Sentimiento que nos inspira el amigo de un amigo.
Año
s. Período de trescientos sesenta y cinco desengaños.
Apelar
v. i. En lenguaje forense, volver a poner los dados en el cubilete para un nuevo tiro.
Apetito
s. Instinto previsor implantado por la Providencia como solución al problema laboral.
Aplauso
s. El eco de una tontería. Monedas con que el populacho recompensa a quienes lo hacen reír y lo devoran.
Ambrose Bierce, "El diccionario del diablo."
No hay manera de vivir correctamente una vida equivocada.
Theodor Adorno.
Podría ser el mejor lanzador de cuchillos del circo, pero se duerme mejor siendo payaso.
Fake. Manuel Albero.
Muchos lo niegan, pero un termómetro averiado, que marca cinco grados más de los que hay en realidad, ¡genera calor!
Joseph Goebbels. 1928
Fuerte es aquel que desde el presente configura el pasado y forja el futuro. Débil es quien sigue el camino contrario.
Heliópolis. Ernst Jünger.
menéame