Esta vez toca uno de esos post que para un aerotrastornado como yo produce una extraña mezcla entre placer y tristeza. Por un lado es un lujo poder meter las narices y el trípode por todas las interioridades del avión que a uno se le antoje, pero por otro da bastante pena ver lo que puede hacer el tiempo (y los gamberros) en un pájaro tan majestuoso como este.
Comentarios
Sería un lujo para cualquier museo
Increíble.