Publicado hace 11 años por delcarglo a internacional.elpais.com

En situación de necesidad, muchas familias sirias se han visto empujadas a prácticas que en países occidentales lindarían con la trata de menores o la prostitución. Y aunque en casos como el de Reem existe una licencia de matrimonio de por medio, esta la expide un clérigo, y puede que en alguna instancia tenga valor religioso, pero es totalmente nula de cara a las autoridades jordanas.

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A los ricos maridos del golfo Pérsico se les llama, en la jerga de las casamenteras, ‘donantes’. Así se refiere a ellos Hala Alí, de 27 años, también refugiada siria en Ammán. Esta divorciada, madre de tres hijos, cobra 50 dínares por enseñar a las jóvenes a los ‘donantes’. Si finalmente hay boda, se embolsa 400. Dependiendo de la edad y el físico, el precio que una familia cobra por una casadera virgen es de hasta 7.000 dínares. Las divorciadas se devalúan en ese mercado hasta un tope de 4.000.