Nuestra economía es muy compleja, algo que ha quedado patente con la crisis desencadenada hace no tanto tiempo y que todavía persiste. Su regulación, en parte automática en parte ayudada por medidas estatales, en principio tiende a hacerse en función de las necesidades de cada momento (de oferta y demanda, las que son básicas de los individuos, etc.). Pero, ¿Qué pasa si en este equilibrio intervienen empresas con sus propios intereses y que no tienen como finalidad que los estados salgan de la recesión? ¿Y si, encima, son un oligopolio?
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El problema máximo es cuando en estas empresas también hay políticos y estos lo único que quieren es llenarse los bolsillos en lugar de mirar por el futuro de los países afectados por las primas de riesgo.