Publicado hace 10 años por toni_robles a internacional.elpais.com

Las 22 familias que conforman la villa de Al Araqib, en el desierto israelí del Negev, viven hoy apiñadas junto a su cementerio. No por decisión propia. El gobierno ha destruido sus hogares, total o parcialmente, en 62 ocasiones a lo largo de los años y les ha empujado allí. De lo que eran sus casas de cemento sólo quedan hoy escombros junto a un barranco. Las han sustituido cabañas de madera, latón y plástico. Cultivaban olivos, pero los soldados los talaron. Un pequeño rebaño de ovejas y unos cuantos caballos se han salvado y viven...