Mala cosa cuando los recortes alcanzan a servicios que pueden representar la diferencia entre la vida y la muerte. Los Bombers de Mallorca están en plena lucha para garantizar el mantenimiento de varios de sus parques, se han quedado sin jefe –sustituido por un político– y se enfrentan a las emergencias con dotaciones que no alcanzan el mínimo marcado por la normativa. Terreno abonado para una desgracia