Ella no se gusta. Él no se gusta. El espejo —¡maldito de él!— tronca sus ilusiones cada vez que se ven reflejados en él. El dilema aflora en su cabeza, y las preocupaciones brotan a borbotones. ¿Cómo atreverse a salir a la calle con este aspecto tan horrible? ¿Quién osaría ponerse un traje de baño con un cuerpo semejante? Cuando encienden el televisor, el programa lo deja muy claro: Si tu físico te acompleja, nosotros te lo cambiamos.