Abderramán III, después de una vida llena de éxitos y de placeres, realizó una minuciosa contabilidad de los días que había logrado ser feliz: “Suman 14 –concluyó–. Ni uno más ni uno menos”. Si, como dice Ortega, “la felicidad es la coincidencia de nuestro yo con las circunstancias”, y nada había en sus circunstancias que se lo impidiera, ¿por qué el califa andalusí no logró ser feliz? ¿Estaremos equivocándonos al pensar que es la felicidad lo que hemos de buscar?