Cesária Evora emostró que la música no es sólo un lenguaje universal, sino que puede ser el lenguaje de los oprimidos por el show-biz de las políticas económicas; la música de Evora fue la música de los sin techo de su país, de los olvidados por los rankings de desarrollo. Era un Diva sin alfombra roja ni abrigos de piel, sino que con los pies descalzos, como los marginados del mundo, que a través de este gesto suyo, se hacían visibles para un mundo que a veces parece hecho más a la talla de las estadísticas que a escala humana.

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