Héctor Febres, oficial retirado de la Prefectura Naval, de 64 años, iba a ser condenado el viernes, pero murió envenenado con cianuro cuatro días antes. La justicia argentina investiga si se suicidó antes de conocer el fallo o si lo se asesinaron para evitar que en el alegato final acusara a sus jefes. Había aplicado la picana eléctrica a un bebé de 20 días para que su padre guerrillero delatara a sus compañeros. Lo apodaban Selva, porque “era más bestia que todos los animales”, según un superviviente de la última dictadura de Argentina.
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al menos hizo el favor de morirse...