El estudio de diseño Seymour Powell intentaba reinventar el transporte con la máxima de que en el futuro el verdadero lujo será el tiempo, convirtiendo los viajes en una experiencia relajada y gratificante. El resultado es un "edificio que puede volar". Samsung se interesó por el proyecto, e inyectó el dinero suficiente para comenzar a desarrollarlo. El resultado es un proyecto en toda regla, detallando materiales y dimensiones, en el que los números cuadran, y que podría dar un primer prototipo ya en el año 2015.