Publicado hace 13 años por miraquetelotengodicho a losplatoscomoojos.com

Salvadores de la patria, revolucionarios autoproclamados y líderes que adolecían de rival, cada uno sin distinción eran cénit de una estructura piramidal que junto al silencio y complicidad eclesial tejieron una cohorte de jerarquías imagen misma de la impasible represión estatal. Tradición, rancios abolengos y estrictos dogmas, representaron la norma en un clero pro-fascista, amoral y corrosivo que ancló y subyugó a pueblos enteros con ansias de progreso y libertad. Una deshonra para la nación y el reflejo claro de su sucia honestidad...