Hace 12 años | Por mainzer a spiegel.de
Publicado hace 12 años por mainzer a spiegel.de

El acceso a la pornografía en Internet está cambiando la manera en que los jóvenes aprenden sobre el sexo, lo que ha preocupado a muchos padres. Pero los expertos alemanes creen que muchos de sus temores son infundados. En lugar de tratar de prevenir el consumo de pornografía, los padres deben centrarse en la enseñanza de valores sexuales sanos, dicen. Texto en ingles, de SPIEGEL ONLINE.

Comentarios

D

Eso es porque los expertos son gente adulta que no ven el porno del fistfucking y los gang-bangs con eyaculación bucal. Seguro que alguno ni sabe que existe.

mainzer

#1 Vaya mi*rda de expertos, pues. lol

D

#1 como si eso fuese lo peor que se puede ver en pr0n...

D

#1 Si al menos te leyeras el artículo, un poco vamos, ni siquiera entero.

D

#4 Tienes razón, ni lo había leído (es que leer sobre sexo cada día me aburre más). Lo he leído ahora: te opino. Creo que la postura defendida en el artículo parte de una verdad verdadera, y es que hay que educar sexualmente a los hijos. Esta verdad se combina con otra presuposición, que me parece más problemática, y ahí está el fallo. Esta presuposición es que el consumo de pornografía no modela los gustos y deseos de los adolescentes: se dice que si algo no le gusta entonces no va a pinchar ahí, y por lo tanto minimiza el riesgo de que los adolescentes consuman porno brutal y humillante hacia las mujeres. Bueno, pues esto es bastante falso: el gusto por ciertas prácticas no es una cosa que venga de serie en el cerebelo de los bebés, sino que también se modula. Y en esa modulación tiene papel, entre otras cosas, la exposición que exista a ciertas cosas.

El artículo entiende que el adolescente separará «realidad» de «fantasía» tan solo por el hecho de que sus padres les digan que lo que sale en los vídeos porno es «fantasía». Esto es una postura muy ingenua: aunque entienda que eso que ve es exagerado, no dejará de ser susceptible de constituir un referente a imitar, en la medida en que se pueda. Luego está la normalización de ciertas cosas: no hay ninguna mujer normal a la que le haga gracia que le eyaculen en la cara y en las narices; sin embargo la mayoría de los vídeos porno actuales acaban así. Estoy convencido de que este tipo de cosas está variado los hábitos sexuales, no solo en las expectativas de ellos, sino también en el esfuerzo de adaptación y sumisión de ellas a esas expectativas influidas por un género audiovisual cada vez más machista, violento, fascista y humillante. Por eso sí creo que, aunque es inevitable que los adolescentes consuman porno (y es verdad que puede tener esa función «ilustrativa» de la que se habla en el artículo), es necesario poner alguna cortapisa y evitar que cualquier cosa pueda acabar en su pantalla. Y también, por qué no, sería necesario que hubiera un porno diferente.