El llamado sueño olímpico es otra muestra de nuestro apego al modelo económico que nos ha traído hasta estos años infaustos de paro y recesión. Un modelo que por supuesto no vamos a cambiar. Que se larguen fuera los médicos, los profesores, los ingenieros, los investigadores, incluso los futuros deportistas de élite. Nosotros nos quedamos con lo que verdaderamente nos importa : el cemento y los turistas.