Publicado hace 12 años por srkurtz a cualquiertiempodormido.blogspot.com

Para respetar el silencio de su sepulcro, el ciudadano K permanece quieto, casi inerte, admitiendo únicamente el sonido de su propia respiración, con su cuerpo congelado por voluntad propia, su ser parece levitar suspendido en mitad de una atmósfera espesa, densa, acolchada, un lugar donde cada movimiento supone un quejido, una molesta fricción, un lamento distractor inoportuno, un siete en el manto blanco que envuelve su alma, en su maravillosa, protectora y perfecta nada...