Publicado hace 11 años por --80001-- a themaskedlady.blogspot.com.es

Después de la Restauración de los Estuardo en el trono de Inglaterra, la corte de Carlos II se entregaba al más absoluto libertinaje. El conde de Rochester y el duque de Buckingham eran tan famosos por su ingenio como por sus continuas borracheras, pero no eran, ni mucho menos, los únicos libertinos. Los jóvenes disolutos, miembros de la aristocracia o bien de la alta burguesía, parapetados tras sus privilegios, se unían en clubs que constituían auténticas tribus urbanas que en ocasiones se adentraban en lo criminal