Considerar a la escuela como un organismo vivo, como una organización, debería conducir a reflexionar y explicitar sus fines, concretar estos fines en unos objetivos y elaborar planes de trabajo a corto, medio y largo plazo. Toda anarquía que deje sin horizonte, ni objetivos, ni planes de acción a una escuela va siempre a perjudicar a la misma.